Más de cien obras de Henri Michaux y León Ferrari se exponen en Buenos Aires. El encuentro ha sido felizmente denominado por Jorge Mara —su promotor— un diálogo de signos. El de Mara es, en el pacato y mediocre mundo de las galerías porteñas, el tercer signo, atrevido y necesario. La muestra es impecable. El catálogo, completísimo.
“La caligrafía, menuda en Ferrari, gestual en Michaux, entabla un diálogo inefable. Punto de encuentro de artistas que no se conocieron, pero que crearon un código secreto, de inviolable intimidad”, escribe Alberto Giúdice obre la muestra (ñ, 16/5/09). Es el signo, con su carga ancestral, el que une a Michaux y Ferrari.
Henri Michaux nació en Namur (Bélgica) en 1899. Murió en París en 1984. Abandonó la carrera de medicina en 1919 para viajar como marino mercante. Fue jefe de redacción de la revista Hermès. Extraordinario poeta, Michaux llegó al arte visual influido especialmente por el trabajo de Paul Klee. Su obra está marcada por la intención, de “dibujar la conciencia de existir y el transcurso del tiempo”. En ese proceso interior, Michaux no dudó en experimentar con diversas drogas —en particular la mescalina— y documentó rigurosamente su camino.
León Ferrari (Buenos Aires, 1920) es, como Michaux, poeta y artista de culto. Su Civilización occidental y cristiana (1965, Malba) y la serie de cuadros “escritos”constituyen sus trabajos más conocidos. Ferrari vivió en el exilio los años de la dictadura. En 2007, Ferrari recibió el León de Oro de la 53° Bienal de Venecia. Actualmente está exponienendo —con la brasilera Mira Schendel— en el MoMA de New York.
[León Ferrari-Henri Michaux: un diálogo de signos / Galería Jorge Mara-La Ruche (Paraná 1133). Hasta el 30 de junio.]
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