marzo 15, 2008

07 / El momento decisivo

Henri Cartier-Bresson, uno de los fotógrafos capitales del siglo XX, publicó su libro Images à la sauvette (traducido al inglés como The Decisive Moment)- en 1952. Con cubierta de Matisse, intenta captar ese instante perfecto en una imagen única, en el momento justo. Estos son fragmentos de entrevistas que le han sido formuladas a Cartier-Bresson en diferentes momentos de su vida.

—¿Es creyente?
Nunca lo fui. Mis padres eran católicos de izquierda pero, cuando yo era muy pequeño, las historias bíblicas me aterraban. Del cristianismo elijo el amor, por eso prefiero el Cantar de los Cantares al resto. Del budismo, elijo la compasión.

—¿Qué le ha aportado el budismo?
Me ha permitido captar mejor la cuestión que me obsesiona, que no es el espacio sino el tiempo, la duración infinitesimal, la plenitud del instante. El tiempo es una convención. El budismo nos dice que no es lineal, que no avanza en una sola dirección. ¡En mi juventud detesté tanto el positivismo! Gracias al budismo, que me ha marcado mucho, he podido encarar mejor el problema del tiempo.

—¿Se piensa cuando se fotografía?
La fotografía tiene cierto matiz fúnebre. “Listo, retírese. Que pase el siguiente“. En el budismo, lo que importa es el instante. Cézanne expresó en una carta: “Cuando pinto y me pongo a pensar, todo huye”. Los artistas de hoy miran menos y piensan demasiado. El resultado es un supuesto academicismo de vanguardia. Hay que vivir el instante en plenitud, sólo así uno puede estar en lo que hace.

—¿Qué le ha gustado en la fotografía durante tantos años?
Apretar el disparador o, si lo prefiere, sacar la foto. Es mi pasión. Estuve tres años en la India, Birmania, China e Indonesia. En todo ese tiempo, digamos que sólo vi mis fotos por casualidad, en los diarios. Las sacaba y las enviaba a Magnum, sin interesarme por el resultado. Soy como ese cazador al que le apasiona derribar una pieza, pero no la comería. A mí me ocurre lo mismo; sólo me importa disparar. El problema es encontrar el momento oportuno, el instante...

—¿El instante decisivo?
Nada tengo contra esa expresión, pero la llevo pegada a la piel como una etiqueta, desde que Verve publicó mi libro Images a la sauvette, con una ilustración en tapa de Matisse que era un homenaje a la fotografía en general. Yo lo había encabezado con una cita del cardenal de Retz: “Nada hay en el mundo que no tenga un momento decisivo”. Un editor neoyorkino que publicó mi libro, se inspiró en ella y lo tituló The Decisive Moment. Desde entonces, esa frase me persigue.

—¿Cómo concilia los imperativos de ese instante decisivo con su gusto por la geometría?
La composición se basa en el azar. Jamás hago cálculos. Entreveo una estructura y espero que suceda algo. No hay reglas.

—¿Trata su cámara como si fuera una libreta de bosquejos?
Absolutamente. En verdad, me meto en la imagen recortada en el visor. Esta actitud no sólo requiere sensibilidad y concentración; en mi caso, también pide espíritu geométrico.

—¿Qué hace todo el día?
¿Qué cree que hago? Miro.

06 / De Joan Brossa

05/ Un Soto de verdad

Jesús Rafael Soto (Ciudad Bolívar, Venezuela, 1923 - París, Francia, 2005) es considerado precursor del arte cinético en los años cincuenta. Su deseo de introducir el movimiento al plano pictórico fue el generador de sus investigaciones plásticas, centrando su interés en provocar efectos vibratorios que surgen de la repetición de los elementos plásticos y que suceden en el ojo de quien los percibe. Soto descubre que para conseguir el movimiento debía introducir el espacio real, superpone láminas de plexiglás separadas a una determinada distancia para crear tramas geométricas que se ponen en funcionamiento con el desplazamiento del espectador. En sus búsquedas se vale de color, alambre y varillas suspendidas o trazos que flotan y vibran en relación con las tramas del fondo.

El interés manifiesto en involucrar al espectador en sus obras llevan a Soto a buscar la manera de introducirse en los planos o bien de extenderlos en el espacio para envolver al espectador. Es así que llega a finales de la década del ’60 a la realización de sus “Penetrables”, permitiendo el desplazamiento físico dentro de la obra.
La exhibición reúne una destacada selección de obras emblemáticas del arte cinético, expresión artística trascendente de mediados del siglo XX y cuyo protagonista principal es el movimiento, real o virtual producido a partir de efectos ópticos, el movimiento del espectador o del movimiento real de la obra.

[Soto es el autor del famoso “Penetrable amarillo” (que estuvo mucho tiempo en el acceso al MALBA). También en ocasion de una muestra-homenaje -Fundación PROA 2006- se construyó uno azul en La Boca. Más data en www.proa.org]

04/ Breve Borges

Museo. Del rigor en la ciencia

En aquel Imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos mapas desmesurados no satisficieron y los colegios de cartógrafos levantaron un mapa del imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con él. Menos adictas al estudio de la cartografía, las generaciones siguientes entendieron que ese dilatado mapa era inútil y no sin impiedad lo entregaron a las inclemencias del sol y de los inviernos. En los desiertos del oeste perduran despedazadas ruinas del mapa, habitadas por animales y por mendigos; en todo el país no hay otra reliquia de las disciplinas geográficas.

Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuarto, cap. XLV, Lérida, I658.

[En El Hacedor, Buenos Aires: Emecé, 1960.]

03/ ¡No piense en un elefante!

El primer día de clases de su materia Ciencias Cognitivas 101, en la Universidad de Berkeley, George Lakoff le pide a sus alumnos que “no piensen en un elefante”. “Nadie es capaz de hacerlo”, dice Lakoff, “porque la sola mención de la palabra elefante invoca en nuestro cerebro su imagen, aún contra nuestra voluntad”. La moraleja de Lakoff, un experto en lenguaje y discípulo de Noam Chomsky, es que las palabras no son inocentes: activan un "enmarcado" (frame), una estructura mental que puede ser positiva o negativa.
Lakoff es el nuevo gurú de los demócratas en los EE.UU. En su libro Moral politics, cuenta cómo los republicanos son expertos en crear términos acordes a su ideología y en popularizarlos.
El ejemplo favorito del demócrata es el de “alivio impositivo” (tax relief), término con el cual los republicanos lograron imponer su reforma tributaria en la administración Bush, pese a que las rebajas de impuestos sólo beneficiaron al 5% más rico de la población. El concepto comenzó a ser repetido por Bush, por los órganos conservadores y por la cadena Fox. Pero pronto lo empezaron a utilizar los medios considerados “progresistas”, como The New York Times o la CNN, y hasta los propios demócratas. “Era como si se estuvieran disparando a sí mismos”, explica Lakoff, “quien domina el lenguaje controla el mensaje y gana el debate”.
Lakoff trabaja con un equipo de expertos en lenguaje pero también con neurocientíficos que estudian el funcionamiento de la mente y que descubrieron, recientemente, que hay diferencias notorias entre la estructura cerebral de los demócratas y la de los republicanos.

marzo 14, 2008

02/ Guy Debord, Tesis sobre la Revolución Cultural

El fin tradicional de la estética es hacer sentir, en la privación y la ausencia, algunos elementos pasados de la vida que escaparían de la confusión de las apariencias a través de una mediación artística, siendo por tanto la apariencia la que sufre el reinado del tiempo. El logro estético se mide por una belleza que es inseparable de la duración y tiende incluso a reclamar la eternidad. El fin de los situacionistas es la participación inmediata en una abundancia pasional de vida mediante la transformación de momentos efímeros conscientemente dispuestos. La realización de estos momentos sólo puede darse como efecto pasajero. Los situacionistas consideran la actividad cultural, desde el punto de vista de la totalidad, como un método de construcción experimental de la vida cotidiana que puede desarrollarse permanentemente con la ampliación del ocio y la desaparición de la división del trabajo (empezando por la del trabajo artístico).
El arte puede dejar de ser una relación de las sensaciones para convertirse en una organización directa de sensaciones superiores: se trata de producirnos a nosotros mismos, y no cosas que no nos sirvan.
Quienes quieren superar el viejo orden establecido en todos sus aspectos no pueden ligarse al desorden presente, ni siquiera en la esfera de la cultura. Deben luchar sin demora, también en el campo cultural, por la aparición concreta del orden móvil del futuro. Esta posibilidad, presente ya entre nosotros, desacredita toda expresión dentro de las formas culturales conocidas. Todas las formas de pseudo-comunicación deben llevarse hasta su completa destrucción, para llegar un día a la comunicación real y directa (al uso, en nuestra hipótesis, de medios culturales superiores: la situación construida). La victoria será para quienes sepan crear el desorden sin amarlo.

[Publicado en el # 1 de Internacional Situacionista (1-VI-1958). Tarea: averiguar quién es G.D. Hay textos de y sobre G.D. en la sección “Lecturas” del site de la cátedra]

01/ El jugador de ajedrez

Según Reuben Fine, gran psicólogo y gran jugador de ajedrez, los jugadores de ajedrez se dividen en “Héroes” y “No-Héroes”.
Los “Héroes” creen que el ajedrez es lo único importante, juegan bien al ajedrez, pero es lo único que hacen bien, tienen pocos o ningún amigos, muy mal carácter, y acaban amargados.
Piensan que ganar es lo único importante
A los “No-Héroes” les gusta hacer de todo, tienen buen carácter y muchos amigos, juegan también muy bien, pero se quedan más satisfechos con una partida bonita (“Hermosa”) que con una victoria porque el otro se equivocó.
Son más felices, porque no sufren con las derrotas y el placer de la victoria les dura más, aunque a veces se acuerdan de una partida muy bonita que ganaron y no se acuerdan contra quién jugaron.
Los “Héroes” se acuerdan de a quién le han ganado, pero no cómo, y eso de “partida bonita” no lo entienden muy bien: piensan que una partida sólo es bonita; si la han ganado ellos.
Se puede cambiar de una a otra personalidad según como uno se tome las cosas, sobre todo cuando se es joven
Estas dos personalldades se dan en todos los aspectos de la vida, no sólo en el ajedrez, y tienen otros nombres en lenguaje de la calle que no se pueden poner sobre el papel.
Los “No-Héroes” son muchísimo más peligrosos que los “Héroes” cuando se enfadan, aunque les pasa muy poco, y esto es así porque su sentido del honor, de la ética, y del compañerismo les puede empujar a mucho, mientras que los Héroes sólo se mueven por ambición, orgullo y cosas parecidas, que son más débiles.
Los héroes verdaderos, los de las leyendas, son “No-Heroes” que; se encontraron en situaciones en que todo lo que creían y querían estaba en peligro y dependía de ellos.