marzo 17, 2012

127 / Assemblages

Buenas noticias: en breve tendremos listo el segundo libro de la serie. Assemblages, el título del mismo, refiere tanto a una práctica corriente en el arte del siglo XX como al nombre de una ejercitación realizada en el nivel 2 de Morfología.
 
En un assemblage se genera una pieza unitaria, pero
simultáneamente se asigna a cada parte una jerarquía estableciéndose así una relación dependiente. Cada fracción compositiva adquiere una función designada —en relación a las otras y a la totalidad— equilibrándose mutuamente, es decir que cada parte es modificada perceptivamente debido a su concordancia con las otras partes. (...) Es, entonces, a partir de la aproximación al conocimiento morfológico que se procura reorganizar estructuradamente los objetos. En el curso de invención de cada totalidad el sujeto se aproxima, improvisa, estudia, propone y explora los posibles nexos entre los componentes y sus propiedades. Durante la experimentación y el ensayo de las alternativas de vinculación descubre el diálogo material en la articulación generada y adquiere la capacidad de manipular estos elementos de manera equilibrada.”
[De la introducción a Assemblages]

126 / Una mirada para comenzar

Breve, bello y revelador escrito (1967) del recientemente fallecido artista catalán Antoni Tàpies. Celebremos haberlo encontrado: contiene palabras muy oportunas para este comienzo de clases.

¿Cómo hacer para mirar limpiamente, sin querer encontrar en las cosas lo que nos han dicho que debe haber, sino simplemente lo que hay? He aquí un juego inocente al que os propongo que juguemos. Cuando miramos, normalmente sólo vemos lo que se nos da a nuestro alrededor: cuatro cosas a veces —a veces muy pobres— vistas sólo por encima en medio del infinito.
Mirad el más sencillo de los objetos. Tomemos por ejemplo, una vieja silla. Parece que no es nada. Pero en todo el universo que incluye: las manos y los sudores cortando la madera que un día fue árbol robusto, lleno de energía, en medio de un bosque frondoso en unas altas montañas, el trabajo amoroso que lo construyó, la ilusión que la compró, los cansancios que ha aliviado, los dolores y alegrías que habrá aguantado, quién sabe si en grandes salones o en pobres comedores de barriada… Todo, absolutamente todo participa de la vida y tiene su importancia. Hasta la silla más vieja lleva en su interior la fuerza inicial de aquellas savias que ascendían de la tierra, allí en los bosques, y que aún servirán para calentar el día en que, astillada ya, arda en algún hogar.
¡Mirad, mirad a fondo! Y dejaos llevar plenamente por todo cuanto hace resonar dentro de vosotros lo que nos ofrece la mirada, como quien va a un concierto con el vestido nuevo y el corazón abierto con la ilusión de escuchar, de oír sencillamente con toda su pureza, sin querer a toda costa que los sones del piano o de la orquesta hayan de representar forzosamente un determinado paisaje, o el retrato de un general, o una escena de la historia. A menudo se querría reducir la pintura a esta mera representación. 
Aprendamos a mirar como el que va a un concierto. En la música hay formas sonoras, compuestas en un fragmento de tiempo. En la pintura formas visuales compuestas en un pedazo de espacio.
Se trata de un juego. Pero jugar no significa hacer las cosas “porque sí”. Y como en todos los juegos de niños, los artistas tampoco hacen las cosas “porque sí”. Jugando… jugando, hacemos crecer nuestro espíritu, ampliamos el campo de nuestra visión, de nuestro conocimiento. Jugando… jugando, decimos y escuchamos cosas, despertamos al que se ha dormido, ayudamos a ver a quien no sabe o a quien le han tapado la vista.
(...)

Yo os invito a jugar, a mirar atentamente… yo os invito a pensar.