febrero 26, 2010

96 / Sin límites para el pensamiento

Con este título, y firmado por Flavia Costa, ñ (la revista de cultura del diario Clarín de Buenos Aires) publica en su edición 335 del sábado 27 de febrero un artículo sobre Ars Heuristica que reproducimos a continuación:

Ensayo / El arquitecto Horacio Wainhaus desarrolla el concepto de heurística, el arte de la invención y la libertad.

El término “heurística” comparte la etimología con “eureka”, y se suele asociar al arte y la ciencia del descubrimiento y la invención, así como al de la formulación y resolución de problemas. Su principal objetivo es la búsqueda, no tanto de lo “verdaderamente nuevo”, sino de las condiciones para la ocurrencia de algo capaz de modificar lo existente. El asunto, enormemente atractivo, casi no tiene una “literatura específica” —el clásico del matemático húngaro George Pólya, la compilación El concepto de heurística en las ciencias y las humanidades de Ambrosio Velasco Gómez, Heurística del diseño de Gastón Breyer y poco más para quienes no se ocupan del término en el sentido técnico de la informática.

Conocido por su investigación en el area de Morfología de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, el arquitecto y diseñador Horacio Wainhaus, se sumó hace más de una década al Gabinete de Heurística reunido en esa facultad en tomo a la figura de Breyer. El ejercicio continuo de un pensar hacer al mismo tiempo riguroso y poético, metódico y vital, ha quedado ahora plasmado en este pequeño tratado, donde ya desde la forma —161 textos breves, numerados, que pueden leerse de manera autónoma o como series cortas— queda manifiesta la magnitud de la tarea: mostrar antes que decir; señalar un camino donde las huellas, más que pasos a seguir, son los enigmas que la experiencia ha prodigado, juegos de palabras, aperturas.

Dos ejemplos: el nº 14: “La idea de Producir queda expresada por acción de la naturaleza. La de Crear —o sea: establecer, fundar, introducir por primera vez algo, por la idea de Dios” . El nº 22: “Sorprendemos de que una cosa sea como es solamente tiene sentido si podemos imaginárnosla no siendo como es”. Para crear o descubrir sus aforismos, Wainhaus echa mano a fuentes muy variadas: desde patafísica y filosofia de la técnica hasta estética, teoría de sistemas y budismo zen; desde filósofos como Leibniz, Wittgenstein, Canetti (“Nubes de palabras usadas, ¿qué lluvia van a dar?”, nº 89) hasta escritores como Macedonio, Auden, Bashô, Georges Perec, Thomas Mann (“Si fuera posible representar de antemano todas las posibilidades y dificultades de una obra, si uno conociera la voluntad de ésta —a menudo muy distinta de la del autor— probablemente renunciaríamos y no tendríamos siquiera el valor de comenzar”, nº 125).


La lectura del conjunto provoca un placer burbujeante que no es nada fácil de encontrar en el género “tratado” o “manual”. En parte, porque lo motiva una ambición paradojal: los esbozos de un método para lo que nunca ha sido, lo “nuevo” ”categoría filosa, acechada por dos peligros: la falsificación perezosa y la innovación irrelevante— y porque el texto es realmente delicado.

Existe la “pulsión heurística”? Ars Heuristica no lo responde, pero “eso” también inspira este libro: el impulso de inventar la manera de decir lo que se cree haber entendido. Sí, existe. Y es en cada uno esa parte que puede no concordar con el resto de nuestras vidas. A la posibilidad de dejar de coincidir con aquello que limita el pensamiento, Magritte lo llamaba libertad; Wainhaus, heurística.

La fotografía publicada en ñ fue tomada por Enrique Muñõz García [—> http www.emgphoto.net]


Más sobre Ars Heuristica
[—> www.arsheuristica.blogspot.com]

febrero 24, 2010

95 / Corto Maltés

Creo que es una de las mejores maneras de terminar el verano: leer (o volver a hacerlo) las historias del Corto Maltés, el mítico personaje de Hugo Pratt. Por estos días, el diario Clarín (vía revista ñ) está publicando le serie completa los sábados, en una edición respetable, de pequeño tamaño y tapa dura.

Pratt (1927-1995)
se crió en Venecia y vivió un buen tiempo en Buenos Aires, donde a partir de 1947 trabajó como editor para la editorial Abril. En la revista de aventuras Misterix conoció a la persona que más influiría en su carrera posterior, el guionista de historietas Héctor Oesterheld (posteriormente desaparecido junto a sus cuatro hijas por la dictadura 1976-1983). Con Oesterheld colaboraría dibujando, entre otros importantes relatos, Sargento Kirk, Ticonderoga y Ernie Pike. Pratt volvió a Italia en en 1962 y publicó Corto Maltés desde 1967 hasta su fallecimiento.
Su
inconfundible estilo gráfico evoca, entre otros, el de Terry y los piratas (Milton Canniff ) y el de The Spirit (Will Eisner). Seducido, como su personaje, por la sed de aventuras, Pratt mencionaba sistemáticamente entre sus escritores favoritos, a Jack London, Salgari, Borges, Melville y Fenimore Cooper. La influencia de Pratt en otros autores (por ejemplo sobre Milo Manara o Frank Miller —Sin City, 300—) es notable.

“Soy el Océano Pacífico. El mayor de todos. Me llaman así desde hace mucho. Pero no es cierto que esté siempre así. A veces me enfado y la emprendo con todo y con todos. Hoy mismo acabo de calmarme de la última bronca. Creo que barrí tres o cuatro islas y destrocé otras tantas cáscaras de nuez, de esas que los hombres llaman barcos...”
Con estas poderosas palabras arranca La balada del mar salado, la primera aventura en la que apareció el Corto Maltés. Un pequeño catamarán avista una barca a la deriva donde dos jóvenes yacen exhaustos... [En la imagen, Rasputín, uno de los personajes clave en las andanzas del Corto]