octubre 18, 2008

62 / Heurística + Manfred Max-Neef

El pasado viernes, gracias a los buenos oficios de Chacho Pereyra, nuestros alumnos de la Cátedra de Heurística reflexionaron sobre un texto de Manfred Max-Neef. Excelente elección: la lectura de este autor chileno, filósofo y economista, Premio Nobel alternativo, nos ayuda a comprender de otro modo la forma en que usamos nuestos recursos. El texto siguiente está tomado de su libro La economía descalza. Lectura para estos turbulentos tiempos de la economía mundial. Y, además, es bueno tener en cuenta que los principios filosóficos de la ciencia económica están mucho más cerca de los del diseño de lo que suponemos.

“La economía es diseñada por los economistas. Ningún acontecimiento se convierte en acontecimiento económico a menos que calce con ciertas reglas establecidas por el economista. Como disciplina, la economía se ha convertido repentinamente en una de las materias más importantes de la actualidad. No habría nada de malo en ello si la importancia dada a la ciencia económica correspondiera realmente a su capacidad de interpretar y resolver los problemas que afectan a la Humanidad. Este no es el caso. Sus grandes abstracciones, tales como el P.N.B. (Producto Nacional Bruto), sistemas de precios, tasas de crecimiento, razón capital producto, movilidad de factores, acumulación de capital y otras, aunque reconocidas como importantes, son selectivas y discriminatorias cuando se refieren a la masa de los seres humanos.
A través de estas abstracciones la ciencia económica, en vez de convertirse en disciplina abierta, se convierte en una especie de exclusivo club. En realidad, el análisis económico sólo cubre a aquellos cuyas acciones y comportamiento están ajustados a lo que sus cuantificadores (tales como los mencionados) pueden medir. Tomando como ejemplo el P.N.B., lo que pueden medir son actividades que se generan a través del mercado, sin considerar si dichas actividades son productivas, improductivas o destructivas.
El resultado de estas limitaciones es que las teorías económicas dominantes no asignan valor a las tareas realizadas a nivel doméstico o de subsistencia. En otras palabras, estas teorías son incapaces de incluir a los sectores más pobres del mundo o a la mayoría de las mujeres. Esto significa que casi la mitad de la población mundial —y más de la mitad de los habitantes del Tercer Mundo— resultan ser, en términos económicos, estadísticamente invisibles.
Los sectores invisibles para la Historia son prácticamente los mismos que resultan invisibles para la Economía. Estos invisibles son de la mayor importancia y el hecho de que
hayan permanecido como tales por tanto tiempo no es casual.
Las razones descansan en nuestras tradiciones y evolución cultural, es decir, en la evolución de la rama cultural occidental judeo-cristiana. Trataré de demostrar este criterio en las siguientes páginas. Sólo quisiera agregar a estas alturas que estos sectores invisibles de la humanidad se han convertido en el principal interés de mi quehacer, no sólo desde un punto de vista teórico, sino también como una experiencia concreta de vida. Es por este motivo que, después de haber trabajado cierto número de años como economista puro, decidí transformarme en economista descalzo y vivir y compartir la realidad invisible.”