En 1930, Arnold Schoenberg compuso su opus 34, una de las obras más singulares de su vida: Begleitungsmusik zu einer Lichtspielszene (Música de acompañamiento para la escena de un film). Nunca antes había escrito Schoenberg para el cine y nunca volvería a hacerlo (un encargo de la Metro Goldwyn Mayer para ponerle música a la adaptación de una novela de Pearl S. Buck quedó finalmente en la nada). El compositor parece haber escrito en este caso la música para una película que no existía, como si, con indisimulable soberbia, hubiera pensado que las imágenes debían ser sugeridas por el sonido, y no a la inversa. Organizada en tres episodios, Begleitungsmusik pretende ilustrar vagamente situaciones de alta tensión psíquica: peligro, terror, catástrofes. Según el musicólogo H. H. Stuckenschmidt, se trata de música descriptiva en el más estricto sentido, escrita con ligereza, al correr de la mano. La pequeña historia explica en parte la pugna, el tráfico ambiguo que existe entre la música y el cine. Aunque estrenada por Otto Klemperer en Berlín el mismo año de su composición y grabada después varias veces, la breve pieza de Schoenberg atravesó todo el siglo pasado sin que nadie se ocupara de inventarle una correspondencia visual. Pero en 2003, el cineasta italiano Carlo Ippolito realizó Une autre ville , montaje animado de poco más de diez minutos que mezcla todos los estilos visuales, del grotesco expresivo de Georg Grosz al pop más veleidoso, y que se ajusta como un guante a la música de Schoenberg.
Une autre ville será justamente una de las películas que se verán en "Música en imágenes", el ciclo que, desde el lunes 31 de marzo hasta el viernes 4 de abril, siempre a las 20, ofrecerá la Alianza Francesa de Buenos Aires, y que empezará con Béla Bartók, el hombre justo , de Emmanuel Frank, dedicado a la recolección y registro de cantos populares que realizaba el compositor húngaro. En total, el programa incluye una decena de films, la mayoría documentales, en torno a músicos, compositores y directores de cine. Si bien cada uno los films programados tiene temas y procedimientos diferentes, hay algo que los iguala: una cierta manera de convertir en exposición estética la anécdota biográfica.
[De la nota de Pablo Gianera en adn / La Nación, 22.03.2008]
No hay comentarios:
Publicar un comentario