febrero 24, 2010

95 / Corto Maltés

Creo que es una de las mejores maneras de terminar el verano: leer (o volver a hacerlo) las historias del Corto Maltés, el mítico personaje de Hugo Pratt. Por estos días, el diario Clarín (vía revista ñ) está publicando le serie completa los sábados, en una edición respetable, de pequeño tamaño y tapa dura.

Pratt (1927-1995)
se crió en Venecia y vivió un buen tiempo en Buenos Aires, donde a partir de 1947 trabajó como editor para la editorial Abril. En la revista de aventuras Misterix conoció a la persona que más influiría en su carrera posterior, el guionista de historietas Héctor Oesterheld (posteriormente desaparecido junto a sus cuatro hijas por la dictadura 1976-1983). Con Oesterheld colaboraría dibujando, entre otros importantes relatos, Sargento Kirk, Ticonderoga y Ernie Pike. Pratt volvió a Italia en en 1962 y publicó Corto Maltés desde 1967 hasta su fallecimiento.
Su
inconfundible estilo gráfico evoca, entre otros, el de Terry y los piratas (Milton Canniff ) y el de The Spirit (Will Eisner). Seducido, como su personaje, por la sed de aventuras, Pratt mencionaba sistemáticamente entre sus escritores favoritos, a Jack London, Salgari, Borges, Melville y Fenimore Cooper. La influencia de Pratt en otros autores (por ejemplo sobre Milo Manara o Frank Miller —Sin City, 300—) es notable.

“Soy el Océano Pacífico. El mayor de todos. Me llaman así desde hace mucho. Pero no es cierto que esté siempre así. A veces me enfado y la emprendo con todo y con todos. Hoy mismo acabo de calmarme de la última bronca. Creo que barrí tres o cuatro islas y destrocé otras tantas cáscaras de nuez, de esas que los hombres llaman barcos...”
Con estas poderosas palabras arranca La balada del mar salado, la primera aventura en la que apareció el Corto Maltés. Un pequeño catamarán avista una barca a la deriva donde dos jóvenes yacen exhaustos... [En la imagen, Rasputín, uno de los personajes clave en las andanzas del Corto]

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