mayo 01, 2010
102 / Sobre bitácoras: Be a Nose x Art Spiegelman
En 1984, el creador de historietas Art Spiegelman recibió un Pulitzer por Maus -que probablemente sea uno de los relatos más conmovedores que se han hecho sobre el Holocausto-. Nacido en Suecia pero de origen estadounidense, la extensa carrera de Spiegelman comprende entre otras obras, la autobiográfica Breakdowns, el grotesco Garbage Pail Kids y también In the Shadow of No Towers, una historieta sobre el11 de septiembre neoyorquino.
Spiegelman es uno de los autores que sentaron las bases de la revolución del lenguaje de los cómics. Acaban de publicarse, bajo el título de Be a nose, tres de los cuadernos de bocetos de Spiegelman. Estos cuadernos nos llevan a la intimidad de su universo creativo: la lectura produce una fascinación similar a la que uno tendría al presenciar el ensayo de una buena banda o pasar el rato en el atelier de un pintor mientras éste trabaja.
Entrevistado por Angelique Chrisafis, declara Spiegelman: “En estos pedazos de papel no existe la presión de crear una obra y los resultados rebosan una vida que no puedo transmitir en mis obras acabadas” (...) “Luego, lo que hago es cubrir mis huellas, disfrazo mis demonios antes de que éstos se enfrenten con el público”. (...) “Tengo un enorme respeto por los libros, de modo que dejar una marca en un libro me parece una especie de violació. Luego la neurosis se hace cargo, ya que si uno hace un buen dibujo, no quiere arruinar el libro haciendo uno malo a continuación. Por eso tengo muchos cuadernos de bocetos que sólo tienen un dibujo. Tengo un estante lleno de cuadernos así. Cuando uno hace un dibujo malo no quiere volver a ver el cuaderno nunca más. Por eso tengo muchos cuadernos de bocetos que tienen una página arrancada y en los que nunca volví a dibujar. Es muy raro que pueda ponerme a trabajar y superar todas esas extrañas inhibiciones que me fui creando.” A Spiegelman, sin embargo, esos dibujos le gustan por su condición de “electrocardiogramas que registran el pensamiento de manera muy directa.” Publicar los cuadernos fue liberador, dice. “Cuando uno queda expuesto en toda su patética desnudez, ya no le queda nada que perder. De modo que... ¡por fin una terapia que funcionó!”
El primer cuaderno, Be, contiene bocetos correspondiente a su primer viaje a Polonia en 1978, cuando tenía 30 años. Contiene varios sueños –entre ellos la pesadilla de un lazo hecho con la carne de su padre–, así como anotaciones que se convirtieron en notas al pie para Maus. El segundo cuaderno, A (o Autofobia), es una intensa conversación consigo mismo sobre dibujar. Fue el experimento de obligarse a sentarse y dibujar todos los días en un cuaderno de bocetos en 2007. Nose, el último cuaderno de la serie, permite echar un vistazo a la faceta más plástica de Spiegelman. La mayor parte de los bocetos compilados en este cuaderno pertenecen a la época en que el autor se desempeñaba como director de Raw, una revista-ícono del cómic underground norteamericano, en la década de 1980.
Spiegelman es uno de los autores que sentaron las bases de la revolución del lenguaje de los cómics. Acaban de publicarse, bajo el título de Be a nose, tres de los cuadernos de bocetos de Spiegelman. Estos cuadernos nos llevan a la intimidad de su universo creativo: la lectura produce una fascinación similar a la que uno tendría al presenciar el ensayo de una buena banda o pasar el rato en el atelier de un pintor mientras éste trabaja.
Entrevistado por Angelique Chrisafis, declara Spiegelman: “En estos pedazos de papel no existe la presión de crear una obra y los resultados rebosan una vida que no puedo transmitir en mis obras acabadas” (...) “Luego, lo que hago es cubrir mis huellas, disfrazo mis demonios antes de que éstos se enfrenten con el público”. (...) “Tengo un enorme respeto por los libros, de modo que dejar una marca en un libro me parece una especie de violació. Luego la neurosis se hace cargo, ya que si uno hace un buen dibujo, no quiere arruinar el libro haciendo uno malo a continuación. Por eso tengo muchos cuadernos de bocetos que sólo tienen un dibujo. Tengo un estante lleno de cuadernos así. Cuando uno hace un dibujo malo no quiere volver a ver el cuaderno nunca más. Por eso tengo muchos cuadernos de bocetos que tienen una página arrancada y en los que nunca volví a dibujar. Es muy raro que pueda ponerme a trabajar y superar todas esas extrañas inhibiciones que me fui creando.” A Spiegelman, sin embargo, esos dibujos le gustan por su condición de “electrocardiogramas que registran el pensamiento de manera muy directa.” Publicar los cuadernos fue liberador, dice. “Cuando uno queda expuesto en toda su patética desnudez, ya no le queda nada que perder. De modo que... ¡por fin una terapia que funcionó!”
El primer cuaderno, Be, contiene bocetos correspondiente a su primer viaje a Polonia en 1978, cuando tenía 30 años. Contiene varios sueños –entre ellos la pesadilla de un lazo hecho con la carne de su padre–, así como anotaciones que se convirtieron en notas al pie para Maus. El segundo cuaderno, A (o Autofobia), es una intensa conversación consigo mismo sobre dibujar. Fue el experimento de obligarse a sentarse y dibujar todos los días en un cuaderno de bocetos en 2007. Nose, el último cuaderno de la serie, permite echar un vistazo a la faceta más plástica de Spiegelman. La mayor parte de los bocetos compilados en este cuaderno pertenecen a la época en que el autor se desempeñaba como director de Raw, una revista-ícono del cómic underground norteamericano, en la década de 1980.
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