junio 02, 2010

104 / Nymphéas

El Museo de la Orangerie tiene dos enormes salas ovales dedicadas exclusivamente al ciclo de las Nymphéas (los “nenúfares”) de Claude Monet. Ante estos enormes cuadros —quizá como ante ninguna otra obra del arte occidental— uno tiene la impresión de poder encontrar el pleno sentido de la contemplación. Sobre todo, esta serie desarma la voluntad de construir teoría, de estudiar los recursos técnicos, de intentar análisis históricos. Sólo nos queda sumergirnos en el sereno espacio que proponen: las Nymphéas transmiten la sabiduría que parece haber incorporado el propio artista en el acto de pintarlas. Las enormes telas dialogan con la oscuridad del mundo, encontrando un punto de armonía exacta y el medio para susurrarme: “No creas todo lo que ves. Este mundo es hermoso. Yo soy ese mundo, que es hermoso. Obsérvame así, como me observó este pintor”. [Imágenes de un viaje, IV]

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