junio 07, 2009

82 / El espíritu de los Becher en La Boca

Se exhibe en el nuevo edificio de la fundación Proa (La Boca), Espacios urbanos, una muy interesante muestra de los fotógrafos Andreas Gursky, Axel Hütte, Thomas Ruff, Candida Höfer y Thomas Struth. Curada por Ludovico Pratesi, la exposición propone analizar la transformación del concepto de ciudad en la cultura contemporánea a través de las casi 50 imágenes de gran tamaño producidas por estos notables fotógrafos alemanes de la denominada “Escuela de Düsseldorf”. Los cinco han ido adquiriendo renombre internacional con proyectos que revelan gran refinamiento en la utilización de códigos “clásicos” y que ponen de manifiesto la deslumbrante complejidad del medio fotográfico.

Ninguno de ellos es autor de la foto que acompaña esta entrada: la misma corresponde a uno de los trabajos de Bernd y Hilla Becher. Y es hacer justicia, ya que fue este matrimonio de artistas el que marcó profundamente, desde los ‘80, a la generación de fotógrafos que Proa presenta. Desde que comenzaron a fotografiar —en 1958, con una cámara Linhof— el entorno industrial de la localidad de Siegen, los Becher documentaron y sistematizaron miles de imágenes de la desaparecida arquitectura industrial y sus distintas tipologías edilicias y objetos. Hoy, el extraordinario trabajo de los Becher constituye material ineludible en cualquier historia de la fotografía.

Bernd y Hilla Becher se conocieron en la Düsseldorfer Kunstakademie y se casaron en 1961. Bernd nació en Siegen (1931) y falleció en 2007 en Rostock. Estudió pintura y litografía en la etapa de 1953-1956 en la Staatliche Akademie der Bildenden Künste Stuttgart, para posteriormente estudiar tipografía bajo las órdenes de Karl Rössing durante los años 1959-1961 en la Düsseldorfer Kunstakademie, donde posteriormente fue profesor.
Hilla nació en 1934 en Potsdam, donde trabajó de aprendiz en un taller de fotografía antes de acudir a la Düsseldorfer Kunstakademie durante los cursos de 1958 a 1961. Fue durante sus viajes en tren a Düsseldorf que la artista se maravilló con las gigantescas estructuras industriales (de los altos hornos y las industrias metalúrgicas y mineras) que trabajaban a pleno rendimiento en la cuenca del Rühr.

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