abril 27, 2009

76 / Ballard, el hombre que inventó el futuro

El domingo pasado murió el escritor inglés J. G. Ballard. Durante las últimas tres décadas, no hacía falta más que leer sus libros para saber cómo iba a ser el mundo. O, de hecho, cómo era el mundo en el que vivíamos sin que lo viéramos. Ballard anticipó el delirio por las celebridades, el calentamiento global, la muerte del afecto, los countries y los “barrios verticales”. Y aunque muchos se empeñaban en clasificar sus libros como de ciencia ficción, reflejó el mundo explorando ese otro espacio en caos y extinción: el interior de sus habitantes.

Estos son seis de los imperdibles libros de Ballard:


La sequía, 1962.
La mejor de sus novelas de catástrofes o de fin del mundo: una anticipación del calentamiento global con éxodo hacia la costa, marineros asesinos y un protagonista solitario, casi autista, seco.
La exhibición de atrocidades, 1970.
Su libro más experimental, acusado de libelo, mezcla la belleza de las mujeres afectadas por la radiación con la locura, la obsesión por las celebridades, los páramos posindustriales, los aeropuertos, los hoteles abandonadas. La novela más ballardiana y la más compleja.
Vermillion Sands, 1971. De sus 19 colecciones de cuentos, una de las más apreciadas por los fans. Una playa que se extiende sin interrupción, un patio de juego de los ricos: imaginación, crueldad, exceso y belleza.
Crash, 1973. El choque de autos como éxtasis erótico, autopistas, heridas y prótesis como paisaje del deseo. David Cronenberg lo hizo película en los años ’90.
El imperio del sol, 1984.
Un libro autobiográfico sobre las experiencias del autor en un campo de prisioneros en Shanghai, donde él y todos los británicos residentes van a parar tras la ocupación japonesa que sucedió al ataque de Pearl Harbour. Steven Spielberg la llevó al cine en los ’80 e hizo famoso a Ballard.
Noches de cocaína, 1996
. Para muchos, lo mejor de su producción reciente. Un policial ubicado en un resort para británicos llamado Estrella de Mar, ubicado en la Costa del Sol. Sus residentes, ricos y aburridos, necesitan del crimen y el desorden para salir de la apatía. Una de sus más lúcidas reflexiones sobre el poder, la seguridad y el aislamiento.

[Lista y comentarios: Suplemento Radar-Página/12 del domingo.]

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