julio 09, 2008

50 / Los placeres de la puerta

Los reyes no tocan las puertas. Ellos no conocen esta dicha: empujar ante sí con suavidad o rudeza uno de esos grandes paneles familiares, volverse hacia él para colocarlo de nuevo en su lugar, tener entre sus brazos una puerta... la dicha de empuñar por el vientre, por su nudo de porcelana, uno de esos altos obstáculos de una pieza; ese cuerpo a cuerpo rápido mediante el cual, detenido el paso un instante, los ojos se abren y el cuerpo todo se acomoda a su nuevo apartamento. Con una mano amistosa, él la retiene todavía, antes de empujarla decididamente y encerrarse, de lo cual el ruido del resorte poderoso pero bien aceitado agradablemente lo asegura.

[Francis Ponge, “Los placeres de la puerta”, en De parte de las cosas. Imagen: FP x Jean Dubuffet]

En sendos y oportunos mails, G y San (www.sansensei.blogspot.com) recuerdan esta semana a uno de los grandes poetas franceses del siglo XX. Francis Ponge (1899–1988). De parte de las cosas, fue publicado por Gallimard en 1942, durante la ocupación nazi, y fue traducido por el venezolano Alfredo Silva Estrada por primera vez al castellano (Monte Avila, 1971). El título en francés —Le parti pris des choses, “tomar el partido” de, por las cosas— sugiere por lo menos seguir tres caminos: en primer lugar tomar su partido es ponerse del lado de ellas; es también hablar desde su punto de vista –y no del sujeto—. Finalmente —contra el idealismo y la representación, afirma Juan Sasturain en una vieja nota de Página/12—, es resignarse a ellas, a su materialidad infranqueable.

No hay comentarios: